Isol, la artista de las mil y una técnicas
Por Emilio Gola
El Bit Bang Fest de Animación, Videojuegos y Arte Digital nos trae la conferencia "Petit: del libro a la animación" y, con ella a la ilustradora y escritora del famoso personaje, Marisol Misenta o, simplemente, Isol. Hablamos con una autora que ha creado numerosos libros y cómics, cuyo universo enlaza mentes de niños y adultos ("Petit, el monstruo", "La bella Griselda", "Nocturno") e ilustraciones para autores extranjeros ("El cuento de Navidad de Auggie Wren", de Paul Auster), y que ha recibido premios como el Astrid Lindgren Memorial Award (2013).
Da Vinci - ¿Cómo llegaste a la ilustración y, sobre todo, a tu estilo de ilustración?
Isol - De chica me gustaba mucho dibujar e inventar historias, así como leer e imaginar historias en las reproducciones de cuadros e historietas. De a poco, al ir terminando el magisterio en Bellas Artes, empezaron a aparecer algunas frases en mis dibujos. Allí me di cuenta de que la combinación entre texto e imagen me permitía comunicar mejor. Encontré elementos más interesantes para poner en juego. También ese momento (fines de los ochenta) fue muy fuerte en producción de fanzines y ediciones alternativas: muchas de mis referencias tienen que ver con los cómics del suplemento Óxido de la revista Fierro de esa época, y también con los maestros Quino, Sábat y Fontanarrosa.
Por otra parte, al estar en relación con la plástica, mi estilo mezcla una línea muy gráfica con algo más pictórico. Fui encontrando lo que me parecía atractivo para contar historias, sin perder el placer por la estética en sí. En estos veinte años de libros, veo que mantengo una línea fuerte, una paleta acotada de colores planos y cierto dinamismo que busco desesperadamente como vehículo de expresión. De acuerdo a cada proyecto, cambio técnicas en búsqueda de nuevas alternativas. Pero mis elecciones tienen elementos en común que terminan siendo un estilo.
DV - ¿Cómo comenzás a pensar un libro? ¿Tu foco son los personajes o el hilo que debe seguir la historia?
Isol - No pienso en personajes, sino en la historia y cómo va a contarse. Sí pienso mucho en la estética del libro, y eso me lleva a ideas argumentales y expresivas. Pero tampoco tengo un preconcepto de qué tipo de libro quiero. Lo trabajo en el boceto hasta que algo aparece de forma definida.
Igualmente, cada proyecto tiene su génesis: a veces, es un dibujo que me lleva a inventar una historia en base a una escena que dibujé sin pensar en algo definido, como en “Vida de perros” o “Tener un patito es útil”. Allí, lo interesante es ver cómo a partir de una imagen la historia puede ser contada de varias formas de acuerdo a la perspectiva del narrador. Eso surge de una idea gráfica, y luego aparece una idea conceptual entre ese diálogo de texto e imagen.
En otros libros, como "Nocturno", las ganas de usar una técnica como la tinta luminosa me llevó a inventar un procedimiento en el cual esa sorpresa fuera parte de la narrativa del libro. A veces hay disparadores literarios, como la frase "era tan hermosa que todos perdían la cabeza por ella”, que al dibujarla me pareció muy intrigante y fue el principio de la historia de “La bella Griselda”. Siempre hay recuerdos, sentimientos, intuiciones y preguntas en mi cabeza. Cuando empiezo a dibujar y escribir, de a poco salen transformados en algo. Y como me encanta armar proyectos de libros, me sale en esa forma la mayor parte del tiempo.
DV - Sobre Petit, ¿cuál fue el proceso creativo para concretar el personaje?
Isol - La idea se me ocurrió en un viaje en tren entre Francia y España, después de una reunión con la gente de la editorial Le Rouergue, que hacen unos libros geniales. Creo que por eso el nombre del personaje es Petit (pequeño, en francés).
Para mí, es un niño de lo más común. Pero él piensa que no, porque lo que le dice su madre -lo que le pregunta- lo pone a pensar. Es un libro acerca de lo difícil que es tener claro el propio camino, estar siempre en lo correcto. Así que mi idea fue ridiculizar un poco el libro dogmático, el manual de autoayuda, las respuestas fáciles: Petit trata de tenerlo todo claro, pero el mundo le devuelve un espejo muy movedizo. Eso me pareció interesante. Y gracioso, liberador. ¿Quién puede tener siempre claro estos temas? ¿No hay que pensarlos a cada rato, y en su contexto? ¿Se puede ser una persona y no lidiar con las contradicciones? En esto, incluyo al adulto que dice al niño lo que se debe hacer y lo que no.
DV - ¿Debiste encarar el cuento de Paul Auster con otro tipo de perspectiva?
Isol - Ilustrar un texto de otra persona es un desafío que puede ser muy enriquecedor. En el caso de esa historia, ya el texto era muy bello, y lleno de imágenes y detalles. No es un cuento pensado para tener un diálogo con ilustraciones, no las necesita. Esa es la diferencia con un libro álbum, en el que la imagen cuenta una parte y el texto otra (como un cómic). Ahí se necesitan mutuamente. En este libro, yo pude elegir las escenas que me parecían más atractivas para dibujar, con la libertad plástica de no tener que explicar nada.
El cuento habla de una persona que tiene una tienda de tabaco y toma fotos de una esquina (la trama dio pie a la película “Smoke”, que miré de nuevo como referencia de los colores y paisajes de Brooklyn), y esa punta argumental me llevó a usar una técnica que no habia usado antes: fotos analógicas de escenarios, hechos con cajitas de cigarros, máquinas de escribir y demás, junto a intervenciones de scratch y tinta sobre las impresiones de las fotos. El resultado tiene algo muy real y, a la vez, algo de ensueño, como la historia que Auggie Wren cuenta a Auster en el libro.
Me divertí un montón haciendo el libro. Si bien no nos vimos personalmente, a Auster dijo que le gustó mucho. Además, el libro fue editado en muchos países.
DV - ¿Cuál es tu opinión sobre festivales como el Bit Bang Fest?
Isol - Los festivales y ferias ayudan a descubrir cosas que, quizá en nuestro camino diario, no conocemos. De pronto, tenés una curaduría hecha por personas que te muestran algunas perlas y están trabajando para acercar la producción de artistas a los espectadores. Es una oportunidad para los que participan como exhibidores. Y los asistentes pueden tener un encuentro fuera de lo que son las obras en sí, en un contexto íntimo.
Si el evento es realmente bueno, hay un corte en la rutina, una sobredosis de estímulos inspiradores, y también el momento de ver un panorama de lo que hacen otros. Muchas de mis referencias actuales fueron forjadas en las Bienales de Arte Joven de Buenos Aires, en los festivales de música y de fanzine e historieta. También me parece interesante conocer personalmente a los creadores, poder saber de sus "detrás de escena”. Así que agradezco que haya gente que organice festivales como el Bit Bang Fest: es un honor estar participando.
DV - Los reconocimientos internacionales, ¿han sido un punto de inflexión en tu carrera?
Isol - Creo que las cosas se fueron dando bastante paulatina y felizmente. Pero el Premio Astrid Lindgren fue como romper la barrera del sonido; fue dar un salto gigante que no esperaba, y de pronto estar en el espacio, con una proyección mundial inusitada. Muchos editores y colegas conocieron mi trabajo a partir de este premio, que es un espaldarazo enorme.
El trabajo es el mismo para mí, solo que ahora se traduce a muchos más idiomas y hay más expectativa. La verdad es que, desde que empecé, siento que tengo muy buena suerte, la suerte de poder hacer esto y que a los lectores les guste tanto, que lo sientan cercano. Mi esperanza es que esto suceda con cada uno de mis libros, pero una nunca sabe si va a llegar a lograrlo con el próximo. No se puede estar pensando en eso, sino en el proceso mismo. Eso es parte de la adrenalina y de la alegría de hacerlo: no hay red. Me siento muy afortunada y acompañada en lo que hago.
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