Reseña de PLAY: una reflexión multimedial
Por Emilio Gola
"Conocer es recordar" se escucha en la sala, y las palabras aparecen en la pantalla proyectada sobre el escenario. "Somos mayormente vacío" recita una voz que coordina con los labios del médico que entra en escena. PLAY se lee al principio y al final de los 40 minutos de performance. El conjunto hace el ida y vuelta literal de danza, imágenes y algo más.
Desde el comienzo, "el juego de la mirada, el punto y el viento" brinda su cabalgata entre cine y teatro. Tras esa pantalla neblinosa, hay un personaje moribundo. En su lecho de hospital, la vida le devuelve una última mirada. Porque él no es quien activa esta estructura multimedia, sino sus propios recuerdos, los que cobran mayor importancia al tomar dos referencias racionales: "anamnésis", teoría de Platón (y también relacionada a los datos de la historia clínica de un paciente), y el "vacío". Al final, ambas se reconvertirán.
Esta provocación a los sentidos -que cumple su objetivo provista de una excelente sincronización entre actores y visuales- se puede dividir en cuatro fragmentos. Primero está la vorágine musical, donde el baile constituye el resumen de la vida de quien va a morir. Es una escena alegre, pero con los tintes propios que suponen cruzar esa barrera entre el último aliento y el deceso. Además, el sonido ya maneja el tono grave que continuará a lo largo de la obra.
Luego llega la conexión científica, la experimentación de combinaciones, el azar de las partículas y los brazos y piernas que tratan de alejar obstáculos, conseguir llaves o escapar de los lazos y el azar. La cruel sinapsis lleva al tercer período, ese médico que ríe con el (falso) público y determina el paso hacia la oscuridad total, casi sin sonidos.
De pronto, una reactivación: el hombre aún no muere, ni acepta que su humanidad sea solo "vacío". Pero el contador de segundos está ahí, en la pantalla, y cada vez falta menos para resolver la cuestión. Las imágenes de su vida se repiten, pero ya no poseen la actitud del inicio. Ahora, impactan desde esas reminiscencias científicas con lazos emotivos (gol de Maradona a Inglaterra incluido).
Entonces, PLAY consigue llegar con éxito al punto que miraron tanto el público como los performers, y que acompañó ese viento danzante: el concepto de sentidos -y sentimientos- vs racionalidad puede ingresar de manera tardía, pero vale. Y la voz de una madre completa ese cuadro. ¿Quién mejor, sino, para expresar la conclusión de un juego?
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